viernes, 7 de diciembre de 2007

Culpan al invierno de propagar gripe


Investigadores en Nueva York creen haber resuelto uno de los grandes misterios de la gripe: ¿por qué la infección se propaga principalmente en los meses de invierno?

La respuesta, coinciden, tiene que ver con el virus en sí. Es más estable y permanece más tiempo en el aire cuando el aire es frío y seco, las condiciones exactas de gran parte de la temporada de gripe.

"El virus de la influenza tiene más probabilidades de ser transmitido durante el invierno camino al Metro que en una habitación cálida", señaló Peter Palese, profesor y presidente del consejo del departamento de microbiología en el Colegio Médico Mount Sinai en Nueva York y principal autor del estudio de la gripe.

El investigador divulgó detalles de sus hallazgos en una reciente edición de la publicación PLoS Pathogens. La pista crucial que le permitió hacer su estudio provino de un artículo publicado tras la pandemia de gripe de 1918, cuando los doctores estaban perplejos ante la razón por la que el virus se había propagado tan rápidamente y había sido tan mortífero.

Desde que se reconoce a la gripe, la gente ha preguntado: "¿Por qué en invierno?". El mismo nombre "influenza" es una palabra italiana que algunos historiadores han sugerido se originó a mediados del siglo 18 como "influenza di freddo" (influencia del frío).
La temporada de gripe en latitudes septentrionales es de noviembre a marzo, los meses más fríos. En latitudes meridionales, es de mayo a septiembre. En el trópico, no hay mucha gripe ni una verdadera temporada de gripe. Pero obtener datos fue sorprendentemente difícil, señaló Palese.

El estudio ideal expondría a gente al virus bajo condiciones diferentes y preguntaría cuántas probabilidades tenían de infectarse. Tal estudio, dijo Palese, no sería permitido porque no habría ningún beneficio para los individuos.

No hubo animales apropiados para hacer pruebas. Los ratones pueden ser infectados con el virus de la influenza, pero no lo transmiten. Los hurones pueden ser infectados y transmitir el virus, pero son algo grandes, muerden y son caros, así que los investigadores prefieren no trabajar con ellos.

Para su sorpresa, Palese se encontró con una solución que parecía ser una buena segunda opción.

Leyendo un artículo que apareció en 1919 en la publicación Journal of the American Medical Association acerca de la epidemia de gripe en Camp Cody, Nuevo México, se encontró con un pasaje clave: "Es interesante señalar que muy poco tiempo después de que la epidemia de influenza llegó a este campamento, los conejillos de indias de nuestro laboratorio se comenzaron a morir".

Al principio, escribieron los autores, pensaron que los animales habían muerto de intoxicación alimenticia. Sin embargo, una necropsia practicada a un conejillo de indias muerto reveló señales inconfundibles de pulmonía.

Palese compró unos conejillos de indias y los expuso al virus de la gripe. Como lo indicaba el artículo, se contagiaron de gripe y la propagaron entre sí. Así comenzaron sus experimentos Palese y sus colegas.

Al variar la temperatura y la humedad del aire donde vivían los conejillos de indias, descubrieron que la transmisión era excelente a 5 grados centígrados. Disminuía conforme la temperatura se elevaba hasta que, para los 30 grados centígrados, el virus no era nada transmitido.

El virus era mejor transmitido con poca humedad, 20 por ciento, y no era nada transmitido cuando la humedad llegaba al 80 por ciento.

Los animales también propagaron virus por casi dos días más a 5 grados centígrados que a una temperatura ambiente de 20 grados.

Los virus de la gripe se propagan a través del aire, a diferencia de los virus del resfriado, afirmó Palese, los cuales principalmente son propagados por contacto directo cuando la gente toca superficies que han sido tocadas por alguien con un resfriado o le dan la mano a alguien infectado, por ejemplo.

Los virus de la gripe son más estables en el aire frío, y la baja humedad también ayuda a las partículas del virus a permanecer en el aire. Esto se debe a que los virus flotan en el aire en pequeñas gotitas respiratorias, señaló Palese. Cuando el aire está húmedo, esas gotitas recogen agua, crecen y caen al suelo.

Sin embargo, Palese no sugiere quedarse dentro de un invernadero todo el invierno para evitar la gripe. La mejor estrategia, dice, es una vacuna.

No está claro por qué los animales infectados propagaban el virus más tiempo en temperaturas más bajas. No hubo diferencia en su respuesta inmune, pero una posibilidad es que sus vías respiratorias superiores están más frías, lo que hace que el virus que reside ahí sea más estable.
Los investigadores de la gripe dijeron que estaban encantados de finalmente obtener datos sólidos acerca de la estacionalidad de la gripe.

"Fue un gran trabajo, y trabajo que necesitaba hacerse", dijo Terrence Tumpe, microbiólogo en los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

McCullers dijo que estaba complacido de ver algo convincente acerca de la cuestión de las temporadas de gripe.

"Fue un artículo verdaderamente interesente, el primer enfoque realmente científico, para responder a una pregunta clásica que hemos debatido durante años y años", afirmó.

Palese dijo que estaba contento por haber encontrado el artículo de 1919 que mencionaba a los conejillos de indias.

"A veces sirve leer los documentos viejos", dijo.
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