-Investigadores europeos están desarrollando un sistema de visión artificial para ciegos
¿Será posible recobrar la visión tras haber quedado totalmente ciego? Siete hospitales europeos trabajan en un proyecto de estimulación eléctrica de la retina que ya ha permitido, en ensayos experimentales, devolver algo de visión a pacientes que la habían perdido totalmente.
Perder la visión cuando se ha tenido es una de las minusvalías más devastadoras. Pero una esperanza se ha abierto para estos pacientes: la visión artificial ha comenzado a ver sus primeras luces.
Devolver al menos algo de visión a los ciegos es el sueño de Borja Corcóstegui, especialista en retina del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, quien trabaja desde 1989 en un proyecto internacional de visión artificial que ha comenzado a dar los primeros resultados.
Consiste en la estimulación eléctrica de la retina mediante un complejo sistema que incluye tres componentes, dos externos y uno interno: una microcámara, un microprocesador y un microchip, una combinación de informática e ingeniería de precisión.
El primer elemento consta de unas gafas en cuyas varillas se ha instalado una minicámara de alta resolución. Desde ahí, la cámara capta las imágenes que la persona tiene enfrente y las envía a una microcomputadora, conectada a las gafas.
Con rayos infrarrojos, el procesador transfiere las imágenes a un microchip que ha sido fijado en la retina de uno de los ojos del paciente mediante un clavo de titanio.
En función de las imágenes recibidas, el microchip emite descargas que estimulan la retina y llegan al cerebro por el nervio óptico. Resultado: el paciente empieza a ver. poco, apenas unas sombras, pero lo extraordinario es que alguien que no veía nada consigue ver al menos sombras en movimiento.
Ve las imágenes como cuando vemos la pantalla de una televisión mal sintonizada o codificada. Ve unas figuras que se mueven, pero no puede distinguir los detalles. Los técnicos trabajan para perfeccionar el microchip y el programa informático para conseguir mayor precisión en la percepción de las formas.
Sin embargo, para alguien que no ve, ese pequeño resquicio de visión es ya muchísimo, porque significa que es capaz, por ejemplo, de distinguir objetos en movimiento y, por lo tanto, de moverse también entre ellos.
De momento, sólo pueden beneficiarse quienes conservan el nervio óptico. Si éste está dañado, ya no es posible intentar la visión. Esta estructura es fundamental para conectar la fuente artificial de imágenes con el cerebro.
En realidad, el procedimiento que se sigue es muy parecido al del trasplante coclear que permite oír a los sordos.
En el proyecto, dirigido por Gisbert Richard, jefe del servicio de Oftalmología del University Medical Center Hamburg-Eppendorf, participan siete hospitales de Alemania, Suiza, el Reino Unido y Austria, y el Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona.
Investigaciones similares en busca de la visión artificial se realizan por separado en las universidades del Sur de California y de Osaka, Japón.
¿Será posible recobrar la visión tras haber quedado totalmente ciego? Siete hospitales europeos trabajan en un proyecto de estimulación eléctrica de la retina que ya ha permitido, en ensayos experimentales, devolver algo de visión a pacientes que la habían perdido totalmente.
Perder la visión cuando se ha tenido es una de las minusvalías más devastadoras. Pero una esperanza se ha abierto para estos pacientes: la visión artificial ha comenzado a ver sus primeras luces.
Devolver al menos algo de visión a los ciegos es el sueño de Borja Corcóstegui, especialista en retina del Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona, quien trabaja desde 1989 en un proyecto internacional de visión artificial que ha comenzado a dar los primeros resultados.
Consiste en la estimulación eléctrica de la retina mediante un complejo sistema que incluye tres componentes, dos externos y uno interno: una microcámara, un microprocesador y un microchip, una combinación de informática e ingeniería de precisión.
El primer elemento consta de unas gafas en cuyas varillas se ha instalado una minicámara de alta resolución. Desde ahí, la cámara capta las imágenes que la persona tiene enfrente y las envía a una microcomputadora, conectada a las gafas.
Con rayos infrarrojos, el procesador transfiere las imágenes a un microchip que ha sido fijado en la retina de uno de los ojos del paciente mediante un clavo de titanio.
En función de las imágenes recibidas, el microchip emite descargas que estimulan la retina y llegan al cerebro por el nervio óptico. Resultado: el paciente empieza a ver. poco, apenas unas sombras, pero lo extraordinario es que alguien que no veía nada consigue ver al menos sombras en movimiento.
Ve las imágenes como cuando vemos la pantalla de una televisión mal sintonizada o codificada. Ve unas figuras que se mueven, pero no puede distinguir los detalles. Los técnicos trabajan para perfeccionar el microchip y el programa informático para conseguir mayor precisión en la percepción de las formas.
Sin embargo, para alguien que no ve, ese pequeño resquicio de visión es ya muchísimo, porque significa que es capaz, por ejemplo, de distinguir objetos en movimiento y, por lo tanto, de moverse también entre ellos.
De momento, sólo pueden beneficiarse quienes conservan el nervio óptico. Si éste está dañado, ya no es posible intentar la visión. Esta estructura es fundamental para conectar la fuente artificial de imágenes con el cerebro.
En realidad, el procedimiento que se sigue es muy parecido al del trasplante coclear que permite oír a los sordos.
En el proyecto, dirigido por Gisbert Richard, jefe del servicio de Oftalmología del University Medical Center Hamburg-Eppendorf, participan siete hospitales de Alemania, Suiza, el Reino Unido y Austria, y el Instituto de Microcirugía Ocular de Barcelona.
Investigaciones similares en busca de la visión artificial se realizan por separado en las universidades del Sur de California y de Osaka, Japón.
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